En la calle siete de concon, una de las principales por así decirlo, hay una casa simple donde vive un señor que por las tardes riega el pasto de la vereda.
el césped no tiene nada que envidiarle al de wimbledon. lo riega con dedicación, prestando atención a cada lugar donde cae el agua. está sin cerco, al borde de una vereda mas bien angosta.
se puso sus joggins y una remera sin mangas bien pegada al cuerpo. el pelo largo y suelto bien cargado de canas.
es atlético y está concentrado, fijandose que ninguna parte se quede sin regar.
lo miro desde enfrente, fumandome un cigarrillo que se hace corto contra el avance de superficie regada.
unas cuadras mas allá, una señora vestida como para ir a la farmacia, empuja en su antejardín una máquina como la que tenía mi vecina de enfrente: esas cortadoras sin motor a las que hay que empujar para que una "rueda" cilíndrica con cuchillas gire y corte el pasto.
le pone empeño, está sudando. el pasto se mantiene impecable.
las calles del barrio son de tierra/arena. cada tanto hay alguna asfaltada, o incluso mitades de la calzada con asfalto y la otra con tierra. también las hay con cordón y de tierra.
es el primer lugar del mundo en que veo que hay bocas de tormenta y alcantarillado en una calle de tierra.