Destrucción, aflora el daño por los poros. Violencia y
desparpajo. Los filtros no funcionan y como en las películas grito.
Desconsolado, la acumulación, la suma de sonidos, la vena hinchada y palpitante
del puño, rotos los nudillos, el canto de la mano, raspados los codos.
Las partes bajas de la pared marcadas con pedazos de mis
zapatos destruídos todavía tiñéndolas. Revoltijo en el estómago y en el piso de
todos los libros destrozados de una biblioteca ya irreconocible a fuerza de
astillas y heridas.
Cables desmembrados de enchufes que ya no cumplen su
función. Metódicamente pisoteados, ya sin el paralelismo de sus partes.
Llanto, inútil, inútil como este texto, como estas ganas de
incendiar todo como estas ganas de romper, de frenarle la existencia a las
cosas. Desmaterializar y reducir al absurdo lo que me reodea.
En un futuro, Asimov plantea la atomización de las cosas a
modo de desecharlas. Hoy iniciaría su investigación para darle vericidad a sus
dichos.
Tensión intramuscular. Relámpagos intraoculares. Frustración
de saber que todo lleva a una sola cosa.
Abrir los ojos, y que lo único que haya delante de ellos,
sea simplemente la cinta de papel que mantiene unida la tecla A de este
teclado, este texto, y una cabeza llena…
… de impotencia.